Llega un momento en la vida en la que tienes que tomar decisiones. Es la ley vital. Cuando somos unos niños también tomamos decisiones, por suerte, esas no interfieren mucho en nuestro futuro. Vamos creciendo. Llega la adolescencia, y es el momento de tomar algunas decisiones que, en este caso, sí es cierto que pueden repercutir. Por suerte, ahí están nuestros padres para reconducir el camino. Los años pasan y llega la madurez. Y es cuando nos gustaría volver a ser pequeños. Es el momento de las grandes decisiones. Por ejemplo, qué ser en la vida, qué sentido tiene, si hacerlo en compañía o solo. Hacerlo en la ciudad de toda tu vida o hacer las maletas e irte a otra. Y por supuesto, dónde alojarte.
Claro está que cuando somos jóvenes nunca pensamos que la vida iba a estar tan por los aires como ahora. Y es ahí cuando llegamos a este momento. ¿Comprar o no una vivienda? Pues como nos pasaba cuando éramos adolescentes, el corazón nos dice una cosa, la cabeza otra y la cuenta corriente, la contraria. Por eso, es el momento de ponerse en manos de un profesional. Es la historia personal que os quiero contar.
Tengo claro que la elección de comprar o no una vivienda es una decisión que tendría que ser consensuada y avalada por profesionales. Y es que esto no es comprar un jersey que se pueda devolver en las rebajas. Es un precio muy caro como para poder equivocarte. Es cierto que muchos buitres juegan con ello y se aprovechan. Pero me da mucha pena cuando ves a jóvenes que se han metido en un chalet de muchos euros y no han sido asesorados. O en el otro lado, personas mayores que han invertido todo el dinero de su vida en un apartamento en la playa que luego resulta ser un engaño o que simplemente no tienen para mantenerlo y tienen que venderlo. Por eso, os quiero contar mi historia y que espero que sirva para ver las cosas más claras.
A mis 32 años ya llevaba años alquilando un apartamento en mi ciudad, era un precio asequible y creo que con mi forma de vida era lo mejor que podía hacer. Había estado ahorrando dinero durante bastante tiempo, gracias a vivir con mis padres, (algo que recomiendo y mucho) y finalmente hice cuentas. En ellas me salía que era el momento de hacerme propietario de una casa. ¡Oh Dios míos! El gran momento, la gran decisión había llegado. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como las pintan. No sabía por dónde empezar. No estaba seguro de qué tipo de propiedad quería comprar, en qué zona de la ciudad quería vivir o cuánto podía permitirme gastar.
Un día, mientras navegaba por internet en busca de respuestas, encontré una empresa del sector inmobiliario que ofrecía asesoramiento personalizado para compradores de viviendas. No lo dudé, había que hablar con ellos y concertar una cita para hablar sobre mi situación. Y es que como os digo, tengo claro que para estas cosas nos tenemos que poner en manos de profesionales.
Cuando llegué a la reunión, un agente inmobiliario muy amable me hizo una serie de preguntas para ayudarme a entender lo que yo quería. A través de una conversación con todo tipo de detalles, el agente de Univial logró que yo viera las cosas mucho más fáciles. Yo tenía claro lo que quería, una casa con dos habitaciones con un pequeño jardín, a poca distancia del centro de la ciudad. Además, en mi caso tenía un presupuesto limitado, por lo que necesitaba ayuda para encontrar una propiedad que se ajustara a mis números.
Después de recibir toda esta información, el agente inmobiliario se puso manos a la obra y comenzó a buscar propiedades que cumplieran con los requisitos que yo le había pedido. Las primeras casas que me mandó al móvil ya cumplían con lo que yo le había solicitado.
Semanas de búsqueda
Finalmente, después de dos semanas de búsqueda y varias visitas, que ya digo que nunca es fácil, logré encontrar lo que yo quería. Y si lo logré fue gracias al asesoramiento de la empresa del sector inmobiliario Univial. Hice la oferta, y los vendedores no dudaron en aceptar.
Y sí, así es cómo me hice propietario, con una casa que se ajustaba a mis gustos, pero sobre todo a mis limitaciones económicas. En este caso, la experiencia de ser asesorado por la empresa del sector inmobiliario fue fundamental. Tengo claro que no habría sido capaz de encontrar y comprar la casa perfecta sin la ayuda y el conocimiento de un profesional de este sector.