Aprendizaje musical, más allá de la partitura

Si hay algo que nos acompaña en nuestro día a día, es la música. Como el aire, está en todas partes. De forma imperceptible en muchas ocasiones. Sin embargo, si prestas la atención necesaria, encontrarás música en todo. Aunque la forma más evidente, es saliendo de algún reproductor musical o practicándola uno mismo. No obstante, es muy fácil escuchar la música del vecino, el coche de la calle o de forma continua en nuestros programas de televisión favoritos. Se trate de películas, series o documentales, la música está ahí, dando forma y creando una atmósfera concreta desde el momento en el que suena la primera nota.

Es tal su presencia en nuestra vida cotidiana que es relativamente fácil zafarse de ella y no reparar en que algo suena a nuestro alrededor. La melodía del teléfono, el anuncio de televisión, la radio o el excepcional, trinar de los pájaros. Todo es música, hasta los berridos desafinados que salen de nuestra garganta en algunas ocasiones. Podríamos decir que la música es un lenguaje universal que a todo el mundo gusta y todo el mundo entiende en mayor o menor medida. Rara es la persona que no tiene un gusto musical propio o una canción favorita. Aunque no todos seamos melómanos, conocemos alguna sinfonía.

De ahí que, el cocimiento de la música en mayor profundidad y no solamente en la superficie, es decir en su escucha, tenga tanta relevancia y cada vez, adquiera mayor importancia en nuestra sociedad. Desde la escuela de música All Mozart Method, expertos, como no, en enseñanza musical, nos han hablado de la importancia del aprendizaje musical y, por supuesto los beneficios que aporta desde la infancia. Porque, como decimos, la música va más allá de una bonita voz o una partitura. Su aprendizaje y comprensión, permiten obtener numerosos beneficios a nivel personal.

¿Educación musical?

La música resulta ser algo más que una actividad lúdica, supone una potente herramienta de gran utilidad a la hora de propiciar un desarrollo integral de las personas, sobre todo a edad temprana. Siendo así, la educación musical se considera un pilar fundamental dentro de la formación. Adentrarse en el aprendizaje musical, incluye todo lo que con la música se relacione: ritmos y melodías al servicio de todo tipo de habilidades tanto prácticas como teóricas.

Colegios, conservatorios, clases particulares… existen diversos entornos en los que es posible aprender todo lo necesario sobre la música y cultivar una mayor y mejor comprensión sobre este apasionante arte. Al mismo tiempo que se adquiere una comprensión más profunda, se fomenta el desarrollo de otras capacidades.

Dentro de la educación musical, encontramos componentes básicos que conforma el proceso de aprendizaje. Estos componentes se interrelacionan entre sí y se combinan de diferentes formas con la finalidad de crear experiencias musicales de gran riqueza y significado.

Dichos elementos fundamentales, son la percepción auditiva que permite escuchar y discriminar sonidos musicales; la interpretación musical con la voz o mediante algún instrumento; la composición de música; la improvisación que conlleva crear música de forma espontánea; el movimiento corporal para expresar la música; y la tecnología musical necesaria para crear, interpretar y aprender música.

Contando con esta serie de elementos principales, es posible incluir aspectos tales como el sonido y el silencio, este último como elemento de contraste; ritmo que no es otra cosa que la organización del tiempo de la música, creado combinando sonidos; la melodía creada por la sucesión de sonidos; la armonía que combina sonidos escuchados simultáneamente aportando complejidad; el timbre que permite diferenciar entre instrumentos o voces; la forma que da estructura a una pieza, organiza los elementos en el tiempo como la repetición, variación y contraste; y la expresión que permite comunicar emociones o ideas a través de la música.

De tal manera que todos estos elementos, tanto los principales como el resto, hacen posible y necesario que la educación y el aprendizaje musical se puedan categorizar y componer una experiencia educativa integral. En la cual se incluyen componentes teóricos y prácticos, al tiempo que se proporciona un enfoque metodológico y contextual. Dentro de la parte teórica se encuentra la teoría musical, la historia de la música o la apreciación musical. La parte práctica desarrolla los conceptos relacionados con los instrumentos, la voz, la improvisación o los conjuntos musicales.

Definitivamente, el aprendizaje musical abarca muchos aspectos que pueden fácilmente, ser extrapolados a nuestro día a día. Ahora que ya sabemos en qué consiste la educación musical y donde residen sus puntos clave, podemos adentrarnos en los múltiples beneficios que aporta. Aunque se haga alusión directa a los beneficios que proporciona la educación musical en la infancia, podemos asegurar que los mismos, permanecen a lo largo de nuestra vida. Tanto si hemos adquirido esa formación a edad temprana como de adultos, el aprendizaje musical aporta grandes beneficios. Veamos cuales son.

Beneficios a todos los niveles

Aprender música, proporciona una serie de beneficios relacionados con diversas áreas de la persona. Tanto a nivel cognitivo, como emocional y social o físico, la música proporciona al mismo tiempo, una serie de ventajas a nivel académico, psicológico, cultural o ético.

En relación con el desarrollo cognitivo, podemos decir que el aprendizaje musical, permite estimular el cerebro, activando nuevas conexiones neuronales. Mejora el lenguaje y la comunicación gracias a las canciones y rimas utilizadas en las mismas. Se desarrolla el pensamiento lógico y matemático, debido a las estructuras rítmicas, la melodía y la armonía. Esenciales en cualquier partitura. Esto permite un aumento en la capacidad de resolución de problemas y pequeños desafíos que posibilitan desarrollar el pensamiento crítico y creativo.

A su vez, en lo que a desarrollo psicomotor respecta, se mejora la coordinación al tocar los diferentes instrumentos, bailar o llevar movimientos rítmicos. Así se desarrolla el sentido del ritmo y la percepción espacial, se fomenta la expresión corporal gracias a la danza y el movimiento y se mejora la percepción auditiva.

Pasando al lado del desarrollo emocional y social, se mejora la autoestima y la confianza, se desarrolla la sensibilidad y la empatía, puesto que se conectan emociones y sentimientos. También se reduce el nivel de estrés y ansiedad o fomenta el trabajo en equipo y la socialización, ya que promueve la interacción social.

Por lo general, todos estos beneficios de los que hemos hablado, son aplicables a todo tipo de personas y edades, aunque cabe señalar que los beneficios concretos van en función de la etapa escolar o el momento vital en el que se encuentre cada alumno. Por ejemplo, en la etapa infantil, la educación musical ofrece beneficios multidisciplinares en lo que al desarrollo integral de los más pequeños respecta. Proporcionando una base sólida para el desarrollo cognitivo, emocional, social y físico, contribuyendo a un desarrollo equilibrado y enriquecedor en diversas áreas.

En primaria, la educación musical, proporciona una serie de beneficios similares, reforzando el aprendizaje de otras asignaturas y potenciando habilidades como la memoria, la capacidad de atención, la estimulación del pensamiento lógico…

Como ejemplo de lo que supone la educación y el aprendizaje musical citaremos algunas de las actividades más habituales en las clases de música. Las características principales que debe contener una de estas actividades son la interactividad, que sean prácticas y amenas y que despierten interés en los alumnos.

Los juegos basados en canciones y rimas, son las actividades más utilizadas. Las letras de las canciones y sus patrones rítmicos, mejoran la memoria y la comprensión del lenguaje. Pueden utilizarse instrumentos de percusión, canciones populares o, simplemente, las manos y los pies, para realizar una actividad amena y divertida.

Mediante una actividad basada en la escucha activa, los estudiantes de música, se acercan a los diferentes estilos musicales, las obras de los más grandes compositores o piezas específicas con la finalidad de identificar sus estructuras. A su vez, la música se puede incorporar a contextos diferentes como la concentración previa a un examen o la relajación después de realizar actividad física.

Explorar los instrumentos de percusión es otras de las actividades de mayor efectividad a la hora de acercar a los más pequeños a los diferentes ritmos y patrones musicales. Ayuda al mismo tiempo a reducir su estrés y potenciar su creatividad.

Algunos profesores de música, animan a los estudiantes a que se adentren en la composición musical, mediante la composición de su propia música con pautas simples. Esta actividad permite que exploren su creatividad y creen sus propias piezas musicales.

No podíamos dejar a un lado la danza, ligada inevitablemente a la música. Esta actividad ayuda a mejorar la capacidad motora y la expresión corporal, lo que contribuye a mejorar la condición física.

Como se puede ver, la educación musical, va mucho más allá de la partitura. Comprender la misma y adentrarse en todo lo que supone ese conjunto de símbolos y notas que la componen, permite a los alumnos desarrollar capacidades extrapolables a otras áreas. Por ejemplo, la acentuación de las palabras en una cales de lengua o añadir el ritmo adecuado a una composición poética, demuestran que no es necesario disponer de muchos recursos para obtener los indudables beneficios que aporta la educación musical en la edad temprana.

 

 

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